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HERBICIDAS

por Redacción

Uso de coadyuvantes para mejorar calidad del agua y con ello la eficacia de herbicidas.

La calidad del agua utilizada como vehículo para distribuir las aplicaciones de herbicidas –ya sean en barbecho químico o en los cultivos–, constituye entre el 95 al 99% de la mezcla aplicada, es un factor sumamente importante. Dicho de otras manera, la mala calidad del agua puede disminuir la eficacia de los agroquímicos, lo que puede conducir a incrementar las frecuencias de aplicación o las dosis.

Los factores que influyen negativamente sobre la calidad del agua para herbicidas son principalmente la alcalinidad y la dureza. A través del análisis del agua se puede conocer cuál es su aptitud para ser empleada como vehículos en tratamientos herbicidas y a partir de allí tomar alguna medida para su corrección. Bajo el modelo productivo actual, el glifosato es uno los herbicidas más utilizados por su amplio espectro de control de malezas. La eficacia de este herbicida es afectada por la calidad del agua ya que se reduce principalmente con el uso de agua dura por lo que el agregado de fuentes nitrogenadas puede recomendarse para reducir el antagonismo de cationes con 2,4-D y glifosato. Estos coadyuvantes permiten disminuir la dosis y mejorar la absorción y el transporte de los herbicidas. Entre ellos se encuentra el sulfato de amonio, AMS, que impide la formación de las sales de cationes con el glifosato. El efecto sinérgico del AMS sobre el glifosato, se debe a diversas razones:

  • Mejora de la absorción por la cutícula, reduce el pH permitiendo que el herbicida se encuentre en estado no ionizado en un mayor porcentaje, facilitando la absorción especialmente de los herbicidas ácido-débiles
  • Reduce la cristalización del herbicida en la superficie foliar
  • Forma complejos glifosato-amonio más fácilmente absorbidas que los complejos glifosato-calcio o glifosato-sodio
  • Permite la unión con cationes de los carbonatos, evitando que el anión glifosato forme un enlace con el catión lo que reduce la eficacia
  • Estimula el crecimiento por el alto contenido de nitrógeno aportado por vía foliar

Productos de efecto buffer actúan como correctores de pH y permiten llevarlo hasta 5-6. Algunos ejemplos son los ácidos: fosfórico, ortofosfórico y cítrico. Las sales derivadas de ácidos o bases débiles poseen capacidad “buffer o tampón” permitiendo mantener el caldo dentro de un intervalo de pH óptimo aun agregando herbicidas ácidos o alcalinos.

El uso de correctores de pH del agua se ha convertido en una recomendación bastante habitual si bien no está siempre justificada. En el marbete de los herbicidas, no se menciona la necesidad de modificar el pH del agua. Los acidificantes son soluciones de ácidos que bajarán rápidamente el pH del agua de aplicación, sin embargo, el pH de la solución aumentará si se agregan herbicidas alcalinos.

A través de un análisis químico de agua se conoce el contenido de sales, dureza y pH, lo que provee una guía para la determinación de posibles efectos sobre la eficacia herbicida. En presencia de aguas de baja calidad es necesario tomar medidas para su corrección como las que se describen a continuación:

Reducción del volumen de aplicación así con un menor volumen de agua permite una concentración mayor de moléculas de glifosato con respecto a los cationes presentes, lo que mejora la eficacia del glifosato. Así, la reducción del volumen es un medio práctico y económico para aumentar la eficacia de glifosato en presencia de agua dura, siempre que se logre una buena cobertura.

Incremento de la dosis del herbicida empleado

En presencia de agua dura también es posible mejorar la eficacia de glifosato y de 2,4-D sal amina a través del aumento de la dosis. Efecto combinado de volumen de aplicación y dosis de glifosato Para el caso del glifosato, una forma de estimar el porcentaje real de inactivación –independientemente de la clasificación de la dureza del agua que se utilice–, es empleando la siguiente fórmula, es decir que estima la pérdida de glifosato activo en agua.

(Villaseca, 1988, citado por Arrospide, 2004)

Puede observarse aquí nuevamente que a mayor volumen de aplicación y contenidos de CaCO3, hay una mayor inactivación de glifosato, que podría ser corregida por el incremento de la dosis del herbicida. Esto confirma que la inactivación del glifosato se ve afectada por la dureza del agua, el volumen de aplicación –menor volumen, menor concentración de cationes– y la dosis del herbicida.

El agregado de secuestrantes, correctores de pH y/o de cationes debe hacerse previo a la incorporación del herbicida. Por ejemplo, la adición de AMS como secuestrante de cationes debe adicionarse a la mezcla 30 a 40 minutos antes de agregar los herbicidas.

Efectos de la contaminación de los agroecosistemas por el uso excesivo de plaguicidas

El modelo actual de producción agrícola se basa en el uso de agroquímicos: fertilizantes, insecticidas, herbicidas, fungicidas y nematicidas que justifican el aumento de la productividad, pero su uso desmedido ha repercutido en el ambiente y la salud. Respecto a las denominadas “malezas”, se argumenta que, sin restricción, la merma puede llegar hasta el 30 % del total de la producción, por lo que se han implementado principalmente técnicas de labranza y uso de herbicidas para su control.

En el aspecto económico, la contaminación de los agroecosistemas por el uso excesivo de plaguicidas reduce los rendimientos del cultivo de interés; por ejemplo, se ha estimado que los agricultores de EUA pierden al menos 200 millones de dólares al año por la reducción de la polinización de los cultivos debido a los efectos tóxicos de los plaguicidas aplicados –incluyendo herbicidas– en los organismos polinizadores. Además, en el caso de los herbicidas, la aparición de malezas resistentes al producto implica en el corto término mayores gastos para su control.

La actividad herbicida del glifosato fue descubierta en 1970 y durante los 20 años posteriores su uso creció por tratarse de un herbicida de aplicación tanto preemergente como postemergente, una característica deseable de esos productos. A partir de 1996, en EUA se autorizó la siembra de diversas variedades de maíz, soya y algodón genéticamente modificados, GM, o transgénicos, para tolerar el glifosato. La tolerancia al glifosato se introdujo en los cultivos GM insertándoles, mediante ingeniería genética, el gen cp4 epsps de la cepa CP4 de Agrobacterium tumefaciens, que codifica para la proteína responsable de metabolizar el glifosato y hace que la planta modificada sea tolerante al herbicida.

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