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CRUCIFERAS

por Redacción

Hernia de la raíz por Plasmodiophora brassicae, de gran capacidad destructiva

Causa de daños con variable intensidades, desde leves y sin importancia económica, hasta muy severos y con pérdidas totales, algunas enfermedades de las crucíferas pueden ser devastadoras y tal es el caso de la enfermedad conocida como hernia de la raíz de las crucíferas. Puede afectar a  especies de crucíferas cultivadas, a través de microorganismos en los tejidos basales de las plantas, a su alta patogenicidad o capacidad de alterar los procesos fisiológicos, y a su fácil diseminación y sobrevivencia por varios años en el suelo.

El agente causal de la afección puede permanecer en el suelo conservando su capacidad infectiva por un número considerable de años, constituyéndose en un factor excluyente de nuevas siembras con especies pertenecientes a la familia de las crucíferas. Además, la presencia de malezas del mismo grupo botánico favorece la sobrevivencia del patógeno en el suelo por largo tiempo. Las diferentes manifestaciones visibles en las planta afectada por la “hernia de la raíz” se relacionan directamente con la cantidad del tejido radical comprometido en el proceso infectivo. Inicialmente puede observarse alguna perdida de lustre o brillo en los tejidos foliares, reducción progresiva en el desarrollo de las plantas, y clorosis en hojas inferiores. En estados más avanzados se aprecia una marchitez temporal en las hojas especialmente en las horas de mayor temperatura, y recuperación con el fresco de la tarde o de la noche. En los estados finales aparece una flacidez permanente y el colapso definitivo de las plantas. Cuando el patógeno ocupa gran parte del sistema radical durante los primeros estados de crecimiento, las plantas de repollo no alcanzan a formar cabezas y si se trata de coliflor o brócoli las inflorescencias quedan pequeñas, lo que disminuye su valor comercial.

Un síntoma característico para su diagnóstico es la presencia de malformaciones de diferentes tamaños, desde pequeñas hinchazones en raicillas hasta grandes tumores de forma ahusada en las raíces principales. En estados tempranos de la enfermedad, al practicarse cortes en esas raíces su textura es semiblanda y el tejido interior blanquecino y de color pardo oscuro; en la mayoría de los casos, las hernias viejas empiezan a descomponerse al ser colonizadas por microorganismos habitantes del suelo, expidiendo malos olores.

En condiciones de campo las primeras manifestaciones de la enfermedad van a depender de la cantidad de inóculo presente en el suelo. Inicialmente suelen ocurrir en plantas dispersas o en pequeños grupos localizados. Estos focos iniciales no se advierten generalmente, pero en la cosecha siguiente, con el uso de arados y rastrillos durante la preparación de barbechos y con el movimiento del agua de riego se van ampliando cada vez más hasta unirse entre sí y cubrir finalmente gran parte del lote cultivado. En suelos infestados, el hongo puede manifestarse desde los semilleros o en plántulas recién transplantadas.

El hongo Plasmodiophora brassicae Wor., es un parasito obligado el cual crece y se multiplica dentro de las células de la raíz, ocasionando un engrosamiento anormal del tejido donde se establece. Es un microorganismo habitante del suelo con un parasitismo muy específico ya que afecta únicamente plantas que pertenecen a la familia de las crucíferas.

El ciclo de vida fue descrito desde 1878, se mostró la sobrevivencia del parásito en el suelo y en residuos de plantas hospedantes bajo la forma de esporas de resistencia, las cuales germinan cuando encuentran condiciones ambientales favorables, dando origen a zoosporas simples, muy activas temporalmente. De acuerdo con investigaciones publicadas, el hongo P. brassicae en su proceso evolutivo ha dado origen a varias razas, las cuales conservan la identidad de los caracteres morfológicos y con la sola diferencia en su capacidad para causar enfermedad en variedades diferenciales de crucíferas.

Como antes se mencionó, el ingreso del patógeno a la planta tiene lugar a través de los pelos absorbentes de las raíces jóvenes, aunque también puede lograr acceso a las raíces viejas penetrando por heridas, se establecen el interior de las células y por la corteza se desplaza entre las mismas. Las células invadidas por el hongo, y las inmediatas reciben estímulos para dividirse con mayor rapidez que las normales, desencadenándose así una proliferación de células parenquimatosas sin diferenciación oportuna de funciones, o con suspensión de estas. A la vez las célula son estimuladas a aumentar de tamaño y alcanzan varias veces el volumen de una célula normal, el cual es ocupado por el plasmodio que luego dará origen a zoosporangios y nuevas zoosporas de resistencia. Además como el hongo migra internamente puede alcanzar el cambium, tejido de mayor actividad y moverse más rápido en otras direcciones, Como consecuencia del desorden estructural y funcional desatado en las células y tejidos del sistema radical, se altera la absorción y la translocación de nutrimentos minerales y de agua hacia los órganos aéreos, determinando menores tasas de crecimiento, marchitez en diversos grados y muchas veces el colapso total de la planta.

Cuando la raíces afectadas se descomponen quedan libres las masas de esporas de resistencia en el suelo, con un potencial de germinación inmediata, o con la capacidad de permanecer en dormancia, ante condiciones desfavorables. Una vez liberadas las esporas de resistencia, se inicia su diseminación en el suelo transportadas por aguas de drenaje, adheridas a maquinarias y herramientas, por fuerza del viento y por siembra de plántulas enfermas. La dispersión hacia áreas geográficas distantes es posible mediante el transporte de material propagativo enfermo, en el suelo, o por aguas de riego que han recibido desechos de cultivos afectados.

Además señala que las plantas atacadas por hernia presentan un tamaño reducido y experimentan un marchitamiento en las hojas exteriores en días calurosos o en las horas del mediodía. Las raíces de las plantas atacadas presentan tumores de tamaño pequeño en raíces absorbentes y grandes en raíces principales. Estos tumores son lisos al principio y posteriormente se oscurecen y se vuelven rugosos. Más tarde se pudren con emanaciones de mal olor, liberando los esporangios del patógeno. El microorganismo ocasiona malformaciones o engrosamiento en la raíz que dificultan la absorción del agua y nutrientes a los órganos de la planta ocasionando retardo en el crecimiento.

Condiciones para el desarrollo de la enfermedad

Acidez del suelo

La enfermedad se desarrolla mejor en suelos ácidos que en alcalinos, suelos con pH de 5.7 favorecen la germinación de los zoosporangios y la penetración de las zoosporas en las raíces. Por el contrario, la actividad del patógeno decae entre pH de 5.7 y 6.2 y se inhibe por completo a pH igual o mayor de 7.8.

Humedad del suelo

La enfermedad es más severa en suelos húmedos que en suelos secos y el desarrollo de esta tiene lugar cuando el contenido de humedad se encuentra entre el 30 y el 90% de su capacidad de campo, con un óptimo entre 45 y 70%.

Temperatura

La enfermedad se presenta a temperaturas desde 9 hasta 30° C con un desarrollo óptimo entre 18 y 24° C.

No obstante los esfuerzos dedicados por los investigadores al estudio y control de la afección todavía faltan conocimientos para combatirla efectivamente una vez aparece y se disemina en los lotes cultivados con crucíferas. Esta dificultad indica esencialmente en la abundante producción de esporas, en la diversidad de hospederos disponibles, pero por sobre todo en la prolongada sobrevivencia del hongo en el suelo.

Numerosa y diversa familia de hortalizas y plantas decorativas

La familia Cruciferae también conocida como Brassicaceae, es denominada así por el arreglo en cruz de los pétalos. Muchas de éstas tienen valor económico, principalmente por ser plantas alimenticias, ornamentales o malezas perjudiciales, ya que incluye aproximadamente 350 géneros con 3000 especies distribuidas en todo el mundo.

Existen alrededor de 375 géneros y cerca de 3000 especies. Las crucíferas incluyen cultivos importantes en México, se pueden producir en suelos ricos en materia orgánica, climas frescos y húmedos, desde el punto de vista nutricional aportan grandes cantidades de minerales, proteínas y vitaminas. Tienen una distribución cosmopolita, algunas especies han sido cultivadas desde tiempo prehistórico. Algunos de ellos son la col, coliflor, las coles de Bruselas, el brócoli y el nabo. Muchos de los géneros de esta familia se cultivan como plantas ornamentales tales como Matthiola sp., alhelí; Iberis sp., carraspique; Cheiranthus sp., alhelí amarillo; Hesperis sp., juliana; Lobularia sp., mastuerzo marino, y malezas perjudiciales. Cabe señalar que a partir de las semillas de Brassica sp., se obtienen aceites.

Las aguas de riego son vehículo de diseminación de la enfermedad, por lo tanto se deben usar aguas descontaminadas, que no reciban desechos agrícolas.

Esta enfermedad ataca a las raíces que se ven afectadas de grandes abultamientos o protuberancias

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