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CHILE JALAPEÑO

por Redacción

Detección oportuna y estrategias de control integral del barrenador

Manuel Díaz Ortíz

El picudo de chile es una plaga común e importante del chile ya que históricamente ha causado severas pérdidas y deterioro de la calidad del fruto cosechable. Su control resulta complicado por ser un barrenador que se alimenta dentro del tejido de la planta durante una parte o todos sus estados destructivos.

Anthonomus eugenii, es la plaga más importante económicamente para la producción de chile en las regiones tropicales y subtropicales de América, donde presenta entre cinco y ocho generaciones por año, en campo abierto, y más en invernadero. El barrenador se abre paso en las plantas para introducir el huevecillo en el tejido por medio del ovipositor de la hembra o abriéndose paso al interior al comer después de que nacen de los huevecillos. En cualquier caso el agujero por donde ellos se introducen casi siempre es muy pequeño, con frecuencia invisible. Se han reportado infestaciones severas del 70-90% de flores y botones por el insecto y hasta el 100% de infestación en frutos de chile de cultivos comerciales por lo que se dificulta el control del insecto originando alrededor de 15 aplicaciones de insecticida por temporada en México.

El picudo del chile reinfesta campos cosechados además de plantas hospederas secundarias y el patrón de agrupamiento que sigue hace difícil el monitoreo para detectarlo por lo cual existen diferentes métodos para su detección; tales como inspección de yemas terminales y auxiliares, uso de trampas amarillas, conteo directo de picudo por redadas, búsqueda de daño por oviposición o alimentación y utilización de trampas por feromonas. De ahí que los estudios de la relación entre el daño al cultivo y los niveles de infestación sugieren los siguientes criterios para optar por la aplicación de insecticidas y prevenir pérdidas económicas: 5% de terminales dañadas o un barrenillo por 200 plantas, inspeccionando dos yemas terminales por planta.

La agricultura actualmente exige no sólo una aplicación más eficaz de las tecnologías actuales en producción de cosechas, sino la adquisición y uso efectivo de los nuevos conocimientos. Las plagas han sido un problema crónico en la agricultura desde sus inicios. A pesar de la aplicación de 2.5 millones de toneladas de plaguicidas en todo el mundo, más del 40% de todos los productos potenciales para alimento se pierden por causa de plagas y enfermedades antes de la cosecha.

Por más de 50 años la aplicación de productos químicos sintéticos ha sido la forma dominante en el control de plagas debido principalmente al desarrollo de la industria química y a los sistemas de agricultura intensiva y extensiva; estimándose que alrededor de 7 millones de toneladas de pesticidas son aplicados anualmente en el mundo, aumentando 10 veces el consumo desde 1950-2018.

El picudo de chile es una plaga severa a los chiles picosos y dulces, Capsicum spp, y es la principal causa del uso de insecticidas químicos en el cultivo de chile en el sur de Estados Unidos, México, Centro América, incluso Hawai y varias Islas del Caribe. La pérdida de frutos puede ser del 30 al 90% de la cosecha si un tratamiento no es implementado. El desarrollo de la larva y su alimentación dentro del fruto reduce la producción en la cosecha por lo que el manejo de la plaga es difícil y se requiere de conocimientos precisos de los tiempos de desarrollo del insecto y su umbral.

Actualmente se utilizan estrategias de manejo integral de plagas porque en realidad estas hacen acopio de diversas agrobiotecnologías de fácil manejo en campo como el biocontrol o biopesticidas. Las larvas ocasionan el daño principal al barrenar el interior de los frutos y propiciar su abscisión. Los adultos también afectan a las plantas al ovipositar, alimentarse en las yemas florales, flores y frutos pequeños, y provocar su abscisión. La detección oportuna del picudo del chile es fundamental para aplicar medidas de control. Las técnicas de monitoreo utilizadas en la actualidad son el muestreo visual y el uso de trampas cebadas con una feromona de agregación, aislada de los machos.

El primer método es ineficiente, laborioso y poco confiable, mientras que la efectividad del semioquímico varía con la fenología del cultivo, pues es atractivo antes de la fructificación y al final del ciclo productivo, pero su efecto disminuye durante el desarrollo de los frutos.

Control químico en cultivos infestados y control cultural preventivo

Los compuestos volátiles del hospedero actúan como atrayentes o en sinergia con las feromonas de agregación de diferentes especies y de los adultos de Anthonomus spp. El chile, principal hospedero de A. eugenii, produce numerosos compuestos volátiles. Al menos 14 de ellos son liberados durante la floración y fructificación, etapas fenológicas en las que las plantas de chile son altamente atractivas para los adultos de A. eugenii. El compuesto principal durante esas etapas es (E)-b-ocimeno. Este monoterpeno, su estereoisómero (Z)- b-ocimeno y su isómero estructural D-limoneno, han mostrado efecto estimulante variable sobre los adultos de algunas especies de Anthonomus. Otros compuestos volátiles de Capsicum spp. también inducen actividad conductual o electrofisiológica en diferentes especies del género Anthonomus.

El combate de plagas tradicionalmente ha incluido el concepto de matar al insecto, sin embargo actualmente se contempla en el control de plagas cualquier agente que evite el incremento en las poblaciones y el cual puede ser implementado por el hombre o puede ser de forma natural. Los métodos de control para picudos varían entre sistemas y reflejan el estado de la plaga. En plantaciones comerciales el control químico es el método más difundido y se realiza utilizando nematicidas con actividad insecticida o insecticidas específicos de acción rápida y eficaz aplicados en la base de la planta. Anteriormente se utilizaban ampliamente los insecticidas cyclodiénicos, pero eventualmente fueron abandonados debido al desarrollo de resistencia y a las implicaciones ambientales. En el mercado se encuentran disponibles organofosfatos, menos persistentes pero más costosos y tóxicos para los operarios, por tanto, menos adecuados para los sistemas de producción a pequeña escala.

El control cultural es muy valioso para prevenir su establecimiento y es el único medio comúnmente disponible mediante el cual los pequeños productores, con recursos limitados, pueden reducir las poblaciones establecidas del insecto. Entre los agentes de control biológico el más destacado es el hongo entomopatógeno Beauveria bassianna (Bálsamo) Vuillemin; no obstante, se conocen algunos clones resistentes al insecto que pueden proporcionar fuentes genéticas de resistencia para los programas de mejoramiento.

Beauveria bassiana es uno de los entomopatógenos más estudiados y utilizados para el control biológico de plagas, como regulador natural de poblaciones de insectos. Cuando el hongo está presente en la hemolinfa, germina y produce nuevas hifas, extendiéndose así en la cavidad del cuerpo. Después de muerto el insecto el hongo produce clamidosporas que pueden mantenerlo viable dentro de los insectos muertos, estas germinan posteriormente y emergen hifas que esporulan en la superficie del hospedero y producen nuevas esporas infectivas.

Metarhizium anisopliae (Metzchnikoff) es el hongo causante de la ‘muscardina verde’ y se caracteriza por la formación de varias conidias encima del esterigma. Invade por vía oral o cuticular. Los insectos parasitados por este hongo mueren debido a la pérdida de nutrientes y por acción de las toxinas destroxin A y B.

La mayoría de los microorganismos con actividad insecticida han sido aislados de ambientes terrestres o directamente del insecto plaga

Para lograr el control del picudo se recomienda aplicar insecticidas periódicamente desde antes de la floración hasta la cosecha

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