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LECHUGA

por Redacción

Severidad e incidencia de virosis durante diferentes fechas de plantación

Mauricio Azueta Beltrán

En nuestro país, la importancia del cultivo de lechuga ha aumentado en los últimos años debido a la diversificación de variedades y al incremento de su consumo a nivel nacional y mundial. Las variedades cultivadas en México provienen de híbridos de diferentes especies. Se caracterizan principalmente por la formación del cogollo o brote, y las características del borde de las hojas. Entre las más populares se encuentra la variedad Romana, Lactuca sativa var. longifolia; acogollada o común, Lactuca sativa var. capitata, y de cortar o de hojas sueltas, Lactuca sativa var. crispa.

Esta hortaliza es originaria de las costas del sur y sureste del Mar Mediterráneo, desde Egipto hasta Asia Menor. Es una planta herbácea anual o bianual, autógama, perteneciente a la familia de Asteraceae. Presenta raíz pivotante corta con ramificaciones laterales que se desarrollan en la capa superficial del suelo, en los primeros 30 cm. Los tallos son muy cortos durante la etapa comercial, pero en la etapa reproductiva pueden medir de 1 a 1.20 m. Las hojas basales son arrosetadas, desplegadas al principio, aunque en algunos casos siguen así durante todo su desarrollo sobre todo en las variedades romanas, y en otros se acogollan más tarde. El borde puede ser liso, ondulado o dentado-crenado, verde claro, verde oscuro e incluso rojizo y púrpura, dependiendo de la variedad. Las flores forman inflorescencias compuestas, agrupadas en capítulos pequeños, amarillentos, compuestos por 10 a 20 floretes, rodeados por brácteas imbricadas.

Se puede cultivar todo el año en la huerta, aunque deben evitarse los meses más calurosos de verano y los de mayor rigor invernal. En general se siembran en almácigos y/o en charolas de germinación para luego ser transplantadas. El momento de la cosecha está determinado por el tamaño de la cabeza y, dependiendo de la época del año, puede variar entre 30 y 80 días después del trasplante. Se realiza antes del comienzo de la floración.

Se desarrolla bien en climas templados, siendo más tolerante a las temperaturas bajas, hasta –6° C que a las elevadas, hasta los 30° C. Requiere suelos con alto contenido de materia orgánica, de buen drenaje y con alta capacidad de retención de humedad –la humedad relativa ideal es del 60 al 80%–. Su pH óptimo fluctúa entre 5.5 y 6.5, por lo que, en la mayoría de las zonas, los suelos requerirán enmiendas de pH. En el cultivo de lechuga, se pueden distinguir las siguientes etapas: plántula, de 7 a 14 días desde que la germinación a la formación de las primeras hojas y el sistema de la raíz. Crecimiento vegetativo, 30 a 45 días desde la formación de las primeras hojas verdaderas, donde se desarrollan las partes cosechables. Incluye la etapa de roseta, donde aparecen nuevas hojas y disminuye la relación largo-ancho de folíolos y de formación de la cabeza, donde las hojas son más anchas que largas, curvadas por el eje de la nervadura central. Floración y maduración, posterior a la cosecha para consumo. Se produce la elongación del tallo central y emisión de las inflorescencias.

Plagas más importante en la lechuga

Entre la fauna asociada al cultivo reportada se pueden distinguir especies polífagas con numerosas plantas hospederas alternativas, como el tomate, pimiento, berenjena y muchas arvenses. Algunas pueden ocasionar daños directos e indirectos en los cultivos que atacan. Los primeros se producen debido a la alimentación de las hojas, a la extracción de la savia y a la inoculación de saliva tóxica, provocando marchitamiento, clorosis, manchas, disminución en los rendimientos y hasta la muerte de las plantas. Entre los daños indirectos se encuentra la transmisión de virus o vectores.

Los trips pueden ser vectores de enfermedades virósicas como la peste negra, Tospovirus, muy problemática en el CFHP. Los pulgones pueden ser transmisores de enfermedades, H. lactucae, que es vector de aproximadamente 12 virus no persistentes, como el virus del mosaico de la lechuga y otros persistentes, como el amarillamiento necrótico de la lechuga.

El cultivo de lechuga se desarrolla durante todo el año, por lo cual las plantas están expuestas al ataque de patógenos; de estos, los virus son de particular importancia, ya que son difíciles de prevenir y sus vectores están presentes durante todo el año; además, los virus afectan directamente la calidad de las hojas, impidiendo la venta de las lechugas afectadas. Dependiendo de las condiciones ambientales y del manejo que se le haya dado al cultivo, los virus pueden llegar a causar pérdidas de hasta el 100% en el cultivo de lechuga. El virus del mosaico de la lechuga se ha reportado como uno de los patógenos más importantes a nivel mundial; se pueden desarrollar rápidamente epidemias del virus LMV en híbridos de lechuga susceptibles, lo que puede ocasionar pérdidas del 80% hasta el 100%.

La especie M. persicae puede actuar como vector en la transmisión del virus del mosaico, CMV, y el virus de la papa. Otro daño indirecto que causa esta plaga se debe a que, durante su alimentación, eliminan un melado que favorece la aparición de fumagina, que se debe al crecimiento de un hongo , Capnodium sp., que interfiere en la circulación del aire por los estomas e impide la absorción de luz, afectando la fotosíntesis. Asimismo, estas sustancias pueden atraer hormigas.

Las babosas producen daños a partir de los primeros días después de la siembra, cortando las plántulas al ras del suelo. Otras plagas de menor importancia mencionadas para el cultivo de lechuga son las “moscas blancas”, la mosca minadora y la oruga medidora. Con respecto a la fauna edáfica, se mencionan como insectos plagas algunas larvas de escarabeidos, que se alimentan de las raíces, y gorgojos cuyas larvas, consideradas plagas ocasionales, se alimentan de raíces u hojas, y los adultos son defoliadores.

En condiciones de campo, la lechuga es un hospedero natural de los virus del género Tospovirus. El primer reporte de una enfermedad causada por un virus del género Tospovirus en 1938 en Brasil. Desde 1986, el virus de la marchitez manchada del tomate, ha causado severas pérdidas en lechuga en Brasil; en el verano –diciembre a marzo–, las pérdidas bajo condiciones de campo pueden ser del 30% al 100%. El TSWV está presente en todas las regiones productoras de lechuga del mundo, variando su grado de severidad. Su daño puede ser muy significativo en varios estados. Los daños indirectos que provocan los trips en el cultivo de lechuga son más graves, y consisten en la transmisión del virus de la marchitez manchada del tomate. La especie de trips más importante, considerando la incidencia de TSWV, es el trips occidental Frankliniella occidentalis, Pergande.

Para el control de cualquier enfermedad es de gran importancia conocer qué la causa, lo cual permitirá implementar diferentes medidas de manejo y control. Por lo anterior, para la certera detección e identificación de los virus es necesario utilizar pruebas en laboratorio como microscopía electrónica, serología, métodos inmuno-enzimáticos, técnicas moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa, PCR, por sus siglas en inglés, hibridación molecular, entre otras.

Dependiendo de las condiciones ambientales y del manejo del cultivo, los virus pueden llegar a causar pérdidas de hasta el 100%

La fecha y localidad de plantación son factores que incrementan la severidad e incidencia de virosis en el cultivo de lechuga

La lechuga puede ser afectada por una serie de enfermedades que merman su producción. La incidencia y severidad de estas depende del agente causal, la susceptibilidad de la planta y el medio ambiente. Las virosis son los principales factores a considerar en el proceso productivo de esta hortaliza. Cabe señalar que las enfermedades virales de la lechuga se han incrementado en diversas regiones del mundo

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