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PLAGAS

por Redacción

Influencia de la variedad de insectos en los procesos agrícolas

Teresa Anaya Guerra

El suelo es un sistema en el cual la mayoría de sus propiedades físicas y químicas y los procesos que en él ocurren son mediados por la biota que lo habita. Las especies allí presentes constituyen intrincados ensambles y variadas comunidades que colectivamente contribuyen con un amplio rango de servicios esenciales para el funcionamiento sustentable del ecosistema.

En particular, la fauna edáfica está constituida por una gran variedad de organismos que pasan toda o una parte de su vida sobre la superficie o debajo del suelo, con características morfológicas, biológicas y ecológicas muy diferentes, especialmente en cuanto a la movilidad y modo de alimentación, lo que determina la manera en la que pueden influir en los procesos del suelo. Existen diferentes clasificaciones para distinguir la variedad de organismos que forman la fauna edáfica. Entre los criterios utilizados se pueden mencionar los morfológicos, que hacen referencia al largo, ancho y/o forma general del cuerpo, y los ecológicos, que tienen en cuenta la preferencia por el hábitat y las actividades que realizan.

La microfauna constituida por los invertebrados que viven en el agua que está sobre y entre las partículas del suelo. Generalmente se alimentan de microflora, aunque también pueden ser depredadores de microorganismos y de mesofauna, o consumidores de raíces, como los nematodos fitoparásitos. Son importantes en el ciclo de nutrientes de la rizósfera. Sus efectos directos en los ciclos biogeoquímicos ocurren, principalmente, a través del consumo y asimilación de tejidos microbianos y por la excreción de nutrientes minerales.

La mesofauna poseen una capacidad limitada para excavar el suelo, sin embargo, modifican su porosidad. Son organismos confinados a los macroporos del suelo o al interior de los residuos orgánicos, como la hojarasca. Se alimentan de restos orgánicos, microflora, microfauna y otros invertebrados de su tamaño. Afectan directamente los ciclos biogeoquímicos a través del procesamiento geofágico de materia orgánica y de la modificación del tamaño de los poros, lo que influye en el transporte de solutos y la disponibilidad de oxígeno.

Los Coleópteros constituyen el grupo más numeroso de insectos, en el que se han descripto cerca de 400.000 especies, que corresponden aproximadamente al 40% de los Hexapoda. Representan aproximadamente el 25% de todos los animales y plantas descritas, que los convierte en el principal componente de la biodiversidad de la tierra. El grado de conocimiento de los distintos grupos de coleópteros es muy variable, calculándose que sólo se conoce un 3.7 % de las especies presentes en el país. Ocupan prácticamente todos los ecosistemas excepto el mar abierto, desde cuevas y ambientes endógenos hasta alturas de 4000 msnm y su diversidad, tanto morfológica como ecológica, es extraordinaria. Su nombre alude a la presencia de élitros (koleon: estuche, pteros: alas) que protege al segundo par de alas membranoso. Su éxito evolutivo se debe a poseen el cuerpo compacto y fuertemente esclerotizado lo que los protege de las condiciones ambientales extremas, traumas físicos, depredación de otros animales.

Asimismo, les ha permitido conquistar hábitats subterráneos. Existen grupos asociados a los medios edáficos y a la materia orgánica en descomposición que se encuentra en el suelo, otros en árboles, arbustos o diversas plantas herbáceas. Algunas familias son acuáticas, otras incluyen formas semiacuáticas.

Regulación de especies fitófagas mediante insectos benéficos

La mayoría de los miembros del orden Coleoptera son herbívoros teniendo en cuenta que tan sólo las superfamilias Curculionoidea y Chrysomeloidea están compuestas por al menos 150 mil especies, llegando a constituir en numerosas ocasiones, importantes plagas agrícolas, siendo las larvas las principales causantes de daños. Contrariamente, las especies depredadoras –integrantes de las familias Carabidae y Staphylinidae–, juegan un papel importante en la regulación de especies fitófagas y son consideradas benéficas, al ser utilizadas como agentes de control biológico.

Las formas detritívoras, Scarabaeidae, colaboran en la reincorporación de nutrientes a través de actividades físicas como la fragmentación de la hojarasca y la construcción de estructuras y galerías, que modifican la estructura, aireación e infiltración del suelo, teniendo una acción directa en la fertilidad de este y, por lo tanto, en la composición de la vegetación. Son, además, sensibles al estado de perturbación del suelo, en particular a los cambios en la cantidad de materia orgánica, agregación, temperatura y pH, lo que produce una variación de la composición taxonómica, abundancia y diversidad de las comunidades que conforman.

A su vez, cambios en su composición o abundancia, pueden afectar el normal funcionamiento del ecosistema, impactando en la dinámica del suelo, la productividad y en el control de plagas. Por este motivo pueden ser usados como indicadores ecológicos, sirviendo tanto para monitorear variaciones en el ambiente como para identificar disturbios y colaborar en la planificación del manejo en los agroecosistemas.

Especies epígeas, anécicas y endógenas

En la macrofauna algunos son depredadores de meso y macrofauna edáfica, y otros actúan como fragmentadores de materia orgánica. Transportan y mezclan materia orgánica a través de sus movimientos y comportamiento alimenticio, creando diversas estructuras, galerías y bioporos, modificando la infiltración de agua y la humificación y mineralización de la materia orgánica. Todo esto tiene, a su vez, efecto en el crecimiento y nutrición de las plantas y en la disponibilidad de hábitats para animales.

Una clasificación en base al tamaño, hábito alimenticio y distribución en el perfil del suelo, separando la fauna en especies epígeas, anécicas y endógenas:

Las especies epígeas están asociadas a la superficie del suelo –hábitos edafo-epígeos específicos–. Incluye una variedad de artrópodos –arácnidos, miriápodos, coleópteros, ortópteros, etc.–, que forman parte de un ensamble claramente diferenciable, en términos de actividad forrajera, desplazamientos, oferta trófica, comportamiento reproductivo y conductas circadianas. La mayor parte son saprófagos, otros fitófagos, y un tercer grupo depredadores.

Las especies anécicas representadas por algunos anélidos oligoquetos, termes, hormigas y algunos arácnidos. Viven en galerías verticales semipermanentes, lo que les permite alimentarse en la superficie de los residuos superficiales, retirando la hojarasca, y utilizar el suelo como refugio. Las especies endógenas son representadas principalmente por anélidos oligoquetos y termes. Están concentradas en la capa superior del suelo, hasta los 10 cm de profundidad, y viven en galerías horizontales o subhorizontales no permanentes alrededor de las raíces. Se alimentan de material vegetal en descomposición, raíces y materia orgánica del suelo.

La alimentación de insectos del orden coleoptera es muy amplia, se encuentran diversos nichos ecológicos entre todas las especies

El orden Coleoptera es un conocido grupo de insectos fácilmente reconocibles debido a sus duras alas

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